Solidaridad en la cancha: Cataluña y Palestina se encuentran en un amistoso histórico
Barcelona, 19 de noviembre de 2025. En una noche cargada de significado más allá del deporte, la selección catalana recibió a su similar de Palestina en un partido amistoso que se convirtió en un acto de profundo respaldo internacional. El Estadi Olímpic Lluís Companys, en Montjuïc, se llenó de cerca de 30 mil personas, muchas de ellas portando banderas catalanas y palestinas, reflejo de una causa compartida que trasciende fronteras.
La convocatoria estuvo impulsada por la campaña “Act x Palestine”, con el objetivo principal de recaudar fondos para ayuda humanitaria y la reconstrucción de Gaza, así como para promover la justicia y la cultura como medio de resistencia. Todos los ingresos del partido se destinarán a estos fines, según los organizadores.
Antes del inicio del juego, el ambiente se llenó de solemnidad. Se guardó un minuto de silencio por las víctimas en Gaza, y se interpretó “El Cant dels Ocells”, una canción tradicional catalana que simboliza la libertad y la memoria de quienes han sufrido. Además, la Selección Palestina regaló un keffiyeh tradicional a sus anfitriones, en un gesto de fraternidad que conmovió a los asistentes.
A lo largo del partido, el marcador apenas importó. Cataluña se impuso 2-1, pero el verdadero triunfo fue el mensaje de unidad: los goles catalanes llegaron temprano, pero el tanto palestino fue celebrado con entusiasmo, y al final los jugadores de Palestina agradecieron con una vuelta al estadio ante aplausos de ambos pueblos.
Los organizadores destacaron que este partido no solo fue un gesto benéfico, sino un símbolo político: una plataforma para visibilizar el sufrimiento del pueblo palestino y reclamar un futuro de dignidad. En palabras del técnico palestino, Ehab Abu Jazar, “jugamos no sólo para ganar, sino para existir”.
La presencia de figuras como Pep Guardiola añadió peso al evento: el entrenador hizo un llamado público para que la afición asistiera en masa, subrayando que el encuentro era “más que un partido, un grito de solidaridad y resistencia”. Las gradas, pese a ser un día laborable, estuvieron llenas y el apoyo popular se hizo sentir con fuerza.
La convocatoria también incluyó una dimensión cultural y comunitaria muy rica: danzas tradicionales, castellers, grupos musicales catalanes y palestinos se unieron en el preámbulo del partido, reforzando el mensaje de fraternidad entre los dos pueblos.