
¿Qué es real y qué no en “Cónclave”, la película sobre la elección de un nuevo papa?
*Contiene espóilers
Redacción | V+ Noticias
Ciudad de México. La cinta galardonada con el Óscar, Cónclave, pone bajo el reflector el intrincado aparato político del Vaticano, al retratar la selección del sucesor de San Pedro, en vísperas del fallecimiento del papa Francisco.
Inspirada en la novela homónima del británico Robert Harris, el largometraje plasma una narrativa ficticia, pero construida sobre el proceso real de elección papal conocido como cónclave.
Según el sacerdote jesuita Thomas Reese, columnista de Religion News Service y doctor en Ciencia Política por la Universidad de California en Berkeley, el filme acierta notablemente en varios aspectos del procedimiento eclesiástico.
“El procedimiento de votación se realizó muy bien.”, afirmó Reese, en alusión a la representación del ritual de votación, destacando que las urnas utilizadas en pantalla son réplicas fieles de las verdaderas, incluso en lo referente a la quema de papeletas.
Sin embargo, también identificó licencias narrativas significativas que se apartan de la realidad. Una de ellas es la figura del ficticio cardenal Vincent Benitez, interpretado por Carlos Diehz, quien en la historia es designado como cardenal in pectore.

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Este término en latín, que significa en el corazón, alude a un nombramiento secreto. Reese aclara que un cardenal nombrado en tal condición no puede participar en un cónclave si su nombramiento no fue hecho público por el papa antes de su fallecimiento, lo cual no ocurre en la trama.
Reese, autor del libro Dentro del Vaticano: La política y la organización de la Iglesia católica, explicó que el procedimiento de elección tiene lugar bajo estricto aislamiento, en un entorno sin contacto exterior, hasta que los cardenales menores de 80 años logran un consenso de dos tercios.
Durante el cónclave, los cardenales se hospedan en la Casa Santa Marta, dirigida —tanto en la realidad como en la ficción— por religiosas que, como dice el personaje de Isabella Rossellini, la hermana Agnes, están destinadas a ser invisibles, aunque poseen “ojos y oídos”.
En la película, la hermana Agnes asiste a la hermana Shanumi, una monja que mantiene una relación secreta y un hijo con uno de los principales aspirantes al papado, lo que agrega una dimensión crítica a la representación del papel de la mujer en la Iglesia.

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Desde una mirada académica, Caetlin Benson-Allott, directora del Departamento de Estudios Cinematográficos y Mediáticos en la Universidad de Georgetown, reflexiona sobre la función simbólica de estas dos figuras femeninas.
“Lo que realmente me gustó de eso es que se ven ambos lados, se ve la posibilidad de que las monjas asuman un papel más activo, como sugiere el cardenal Bellini que deberían hacerlo, y también se ve la historia de abuso sexual y también la explotación de las mujeres en la Iglesia Católica”, señaló.
La película culmina con una revelación inesperada: el cardenal Benitez confiesa ser intersexual, un elemento que profundiza en la exploración de las identidades de género en el contexto católico.
“La forma en que Benítez habló sobre descubrir que es intersexual afirma tanto la normalidad como la belleza de la identidad intersexual, y recuerda cosas que tanto Lawrence como Bellini decían antes en la película sobre la necesidad de progreso.”, puntualizó Benson-Allott, resaltando cómo la narrativa de Benitez se alinea con las propuestas reformistas de los cardenales Lawrence (Ralph Fiennes) y Bellini (Stanley Tucci).
Ambos personajes, aunque en algún momento considerados papables, finalmente no resultan elegidos como pontífices, lo cual sugiere el carácter imprevisible del proceso, sin necesidad de salirse de los hechos representados.

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Para la hermana Susan Francois, líder asistente de las Hermanas de San José de la Paz en Nueva Jersey, la representación más auténtica reside en el componente humano del proceso de elección.
“Aunque deseamos, esperamos y rezamos para que sea enteramente un proceso de discernimiento espiritual, somos sólo seres humanos”, declaró. “Es imposible no tener egos, preocupaciones, inquietudes que no salgan a la luz, pero aun así, como personas de fe, creo que las hermanas esperan, oran y desean ser guiadas más por la luz del Espíritu Santo”.
Reese coincide con esta perspectiva, afirmando que los intereses, tensiones y luchas internas son inherentes al ejercicio del poder dentro de la estructura eclesial.
“La Iglesia, decimos a menudo, es una institución divina gobernada por hombres, y no todos son ángeles y santos”, expresó.
“Incluso cuando hay personas de buena voluntad que trabajan por lo mejor de la iglesia, por el bienestar de la iglesia, habrá desacuerdos… eso es humano y es normal”.
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— Protest & Musica 🎶 🌎 🇺🇦 (@ProtestMusica) April 21, 2025
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