
Jerusalén deja de ser segura para cristianos palestinos durante la Semana Santa
Redacción | V+ Noticias
Jerusalén, Israel. El sonido grave de los cánticos religiosos y el repicar de campanas resonaban en el patio de la Iglesia del Santo Sepulcro, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, mientras sacerdotes escoltados por fieles que portaban cruces doradas se dirigían hacia la plataforma central.
En este mismo lugar, sagrado para millones de cristianos por ser considerado el sitio donde Jesucristo fue crucificado, sepultado y resucitado, tuvo lugar el Jueves Santo el tradicional ritual de lavado de pies, presidido por el Patriarca Ortodoxo Griego de Jerusalén, quien limpió los pies de doce monjes, en memoria de la Última Cena.
No obstante, la congregación reunida en el exterior del templo fue significativamente menor y menos efusiva que en otros años. A pesar de la presencia de peregrinos internacionales y clérigos ortodoxos vestidos con túnicas negras, la ausencia de un grupo resultó notoria: los cristianos palestinos.
Durante generaciones, decenas de miles de cristianos palestinos provenientes de localidades bajo ocupación israelí en la Cisjordania —como Ramala, Belén y Taybeh— solían trasladarse a Jerusalén en Semana Santa para participar en las oraciones, procesiones y rituales como la ceremonia del Fuego Sagrado.
La Iglesia del Santo Sepulcro se encuentra en Jerusalén Este, un territorio que Israel capturó a Jordania en la Guerra de los Seis Días en 1967 y anexionó de forma unilateral en 1980.
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Sin embargo, esa tradición ancestral se ha visto severamente alterada debido al estricto control que ejerce el Estado israelí sobre la movilidad de los palestinos. Toda persona que resida fuera de Jerusalén dentro de la Cisjordania ocupada requiere un permiso militar para ingresar a la ciudad.
En años anteriores, las autoridades solían otorgar estos permisos a los fieles durante las celebraciones pascuales, pero desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás,el 7 de octubre de 2023, dichos permisos se han vuelto prácticamente inaccesibles.
Para esta Pascua, el gobierno israelí anunció la emisión de seis mil permisos, aunque la población cristiana de la Cisjordania que vive fuera de Jerusalén Este asciende a cincuenta mil personas, principalmente católicos y ortodoxos griegos. Según líderes cristianos, en realidad solo se concedieron cuatro mil autorizaciones, muchas de ellas a uno o dos integrantes por familia solicitante.
Estos documentos son válidos únicamente durante una semana y no permiten pernoctar en Jerusalén. Por lo tanto, los fieles deben retornar diariamente en autobús o taxi a sus lugares de origen, tras cruzar múltiples puestos de control militar israelíes, lo cual restringe severamente su participación en las celebraciones religiosas. Incluso, una agrupación procedente de Taybeh no logró cruzar hacia Jerusalén el Domingo de Ramos, a pesar de contar con permisos vigentes.
Quienes consiguen arribar a la Ciudad Vieja se enfrentan a una creciente hostilidad por parte de las fuerzas policiales. En abril de 2023, tanto cristianos palestinos como peregrinos extranjeros fueron agredidos por policías israelíes al intentar acceder al Santo Sepulcro.
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Según relató Omar Haramy, responsable de la organización cristiana Sabeel, con sede en Jerusalén, “personas están muy asustadas y muchos ya no se arriesgan a acudir a las procesiones de Pascua”.
Haramy afirmó que varios empleados suyos fueron golpeados el año pasado, mientras intentaban asistir a las festividades en la Ciudad Vieja, y agregó que los cristianos enfrentan con frecuencia hostilidad mientras realizan actividades cotidianas o visitan templos.
Uno de los hechos que más consternación ha provocado entre la comunidad cristiana es la imposición de barricadas y operativos policiales agresivos, los cuales impidieron que miles de fieles participaran en el rito del Fuego Sagrado, celebrado la tarde del Sábado Santo, práctica que se realiza desde hace siglos.
Aunque el gobierno justifica estas medidas en aras de la seguridad, buena parte de los cristianos las interpreta como una manifestación del dominio israelí sobre su comunidad.
Haramy declaró: “Asistiré a las celebraciones del Sábado Santo porque mi familia ha sido parte de esta tradición durante miles de años, pero no voy a llevar a mis hijos, ahora es demasiado peligroso, con la violencia policial”.
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El trasfondo del conflicto en la Franja de Gaza se proyecta también sobre las conmemoraciones. Se estima que unas 51 mil personas han muerto desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás, entre ellas varios cristianos palestinos. El Domingo de Ramos, un misil israelí impactó el único hospital cristiano que permanece operativo en Gaza.
En la actualidad, unos quinientos cristianos se refugian en la iglesia de la Sagrada Familia, una de las dos únicas que aún permanecen en pie. Contactados por el diario The Guardian, se negaron a ofrecer declaraciones por temor a ser identificados como blancos de futuros ataques aéreos.
A pesar de la riqueza bíblica, así como de la abundancia de iglesias, conventos y monasterios en Jerusalén, la Ciudad Vieja se ha tornado un entorno cada vez más peligroso para los cristianos, incluso aquellos que no pertenecen a comunidades árabes.
El auge del ultranacionalismo judío en el Estado de Israel y la llegada al poder del gobierno más extremista en su historia han envalentonado a movimientos de colonos y grupos radicales, que aspiran a reclamar tanto el territorio israelí como los enclaves bajo control palestino para establecer un Estado exclusivamente judío.
La relación entre judíos y cristianos ha sido históricamente tensa, marcada por el antisemitismo practicado por diversas iglesias cristianas y por siglos de persecución.
La presencia de cristianos evangélicos proselitistas, principalmente provenientes de Estados Unidos, quienes viajan a Israel con el fin expreso de convertir a judíos al cristianismo, también ha generado descontento, particularmente entre la comunidad ortodoxa judía.
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