
Hallazgo en Jalisco expone la crisis de desapariciones y fosas clandestinas en México
– Familias buscan a sus seres queridos ante la inacción estatal; cárteles operan “sitios de exterminio”.
Redacción | V+ Noticias
Washington.- El reciente descubrimiento de cientos de prendas y fragmentos óseos en un rancho de Teuchitlán, Jalisco, confirmado esta semana por fiscales, revela no solo la brutalidad de los cárteles, sino también las fallas sistémicas del Estado mexicano para investigar crímenes y localizar a las más de 120,000 personas desaparecidas en el país. El hallazgo, liderado por el grupo Guerreros de Búsqueda de Jalisco, ocurrió en un sitio que autoridades identificaron en septiembre pasado como un centro de entrenamiento del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), donde también se liberó a dos rehenes y se halló un cadáver.
La líder del colectivo, Indira Navarro, relató a la prensa que acudieron al lugar tras una llamada anónima: “Este rancho sirvió como sitio de entrenamiento y, aunque suene horrible, para el exterminio”. Pese a que la Fiscalía de Jalisco utilizó retroexcavadoras y perros en la investigación inicial, el caso quedó estancado, obligando a las familias a asumir un rol que, según organizaciones, debería corresponder al gobierno.
Killing site in Jalisco, Mexico just the latest in a long series of gruesome discoveries https://t.co/gzcasWnebf
— The Associated Press (@AP) March 14, 2025
Un patrón de horror
El rancho de Teuchitlán, a 60 km de Guadalajara, es solo el último eslabón de una escalofriante cadena de fosas y sitios de exterminio utilizados por cárteles para desaparecer víctimas. México registra más de 5,000 fosas clandestinas localizadas desde 2006, según datos oficiales, pero la cifra crece conforme colectivos y familiares excavan en zonas remotas.
- El Pozolero (Baja California, 2009): Santiago Meza, alias “El Pozolero”, confesó haber disuelto entre 150 y 300 cuerpos en bidones con ácido para el cártel de los Arellano Félix. Los restos óseos eran enterrados o arrojados a arroyos.
- San Fernando (Tamaulipas, 2011): Casi 200 cuerpos de migrantes centroamericanos fueron hallados en fosas. Los Zetas los secuestraban de autobuses y los obligaban a luchar a muerte con martillos para unirse a la pandilla.
- Cárcel de Piedras Negras (Coahuila, 2017): Investigadores revelaron que el penal fue una base de los Zetas, donde hasta 20 personas desmembraban o incineraban víctimas en barriles de diésel.
- La Bartolina (Tamaulipas, 2016-2022): En este sitio cercano al Río Grande, autoridades recuperaron 500 kg de huesos. Jorge Macías, comisionado de búsqueda, describió el lugar: “Huesos pélvicos, cráneos… todo tirado ahí”.




Fallas y desesperación
El caso de Jalisco ejemplifica un problema nacional: la falta de recursos y voluntad política para identificar restos y procesar a responsables. En 2022, la AP documentó un crematorio improvisado cerca de Nuevo Laredo, con capas de ceniza y fragmentos óseos bajo una casa abandonada. Pese a estos hallazgos, menos del 10% de los casos de desaparición han sido resueltos, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas.
¿Qué sigue?
Mientras colectivos como Guerreros de Búsqueda arriesgan sus vidas en terrenos controlados por el crimen, fiscales de Jalisco prometen reiniciar las pesquisas en Teuchitlán. Sin embargo, la desconfianza persiste. Para miles de familias, la justicia sigue siendo un horizonte lejano en un país donde, como advierte Navarro, “los cárteles convierten ranchos en infiernos”.
México enfrenta no solo una crisis de violencia, sino una herida abierta de impunidad que, con cada fosa descubierta, recuerda el costo humano de la guerra contra el narcotráfico. AP




Con información de MARÍA VERZA
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