
Fiesta, comercio y protesta: El plantón de la CNTE se transforma en tianguis nocturno
Redacción | V+ Noticias
Ciudad de México. El corazón político de México, el Zócalo capitalino, ha mutado en un espacio donde la protesta del magisterio disidente se entremezcla con la vendimia callejera y las festividades nocturnas.
A dos semanas de haber iniciado el plantón de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), lo que por la mañana aparenta ser una manifestación, se convierte por las noches en una suerte de romería etílica, donde circulan las botellas de alcohol y los cantos sindicales transmutan en música popular y corridos.
De acuerdo con medio El Universal, desde las 07:00 horas, la plancha del Zócalo cobra vida con la instalación de decenas de puestos ambulantes. Frente a Palacio Nacional, los comerciantes despliegan una amplia gama de artículos: ropa, llaveros, tlayudas, mezcal y artesanías, además de animales vivos, como pollos y patos, cuya venta se encuentra prohibida por la legislación local.
“$60 el pollito y $70 el patito”, oferta un vendedor ante la mirada de un niño que suplica a su madre: “Mamá, mamá, (cómprame) un pollito”.
Ante la insistencia y las maniobras del comerciante, quien exhibe a los animales sobre el asfalto caliente y los devuelve con brusquedad a una caja de cartón, la señora cede y adquiere uno de los patitos, que le es entregado en una bolsa de papel.
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Frente a la Puerta de Honor, entrada reservada para jefes de Estado, una vendedora montada en un carrito de supermercado con un tanque de gas promueve una oferta de tacos de bistec a mitad de precio.
Mientras tanto, justo frente al edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y junto a la escultura que conmemora la fundación de Tenochtitlán, el penetrante olor proveniente de los baños portátiles, saturados y constantemente ocupados por los maestros, invade el ambiente.
A pesar del hedor, una docente oaxaqueña de la Sección 22 continúa vendiendo tlayudas y tacos de tasajo sin interrupción.
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Ambiente de feria y protesta apaciguada
Cuando cae la noche sobre el Zócalo, lejos de disiparse la actividad, se intensifica. Ambulantes continúan su jornada ofreciendo café, chocolate y pan desde carritos improvisados, y otros más comercializan tamales de mole, verde y oaxaqueños.
Sin embargo, en paralelo, los campamentos de los maestros se convierten en espacios de convivencia que rayan en la festividad: mezcal, cerveza y tequila circulan entre las casas de campaña, acompañados de canciones a alto volumen y risas de los congregados.
En uno de estos puntos, frente al edificio del Gobierno de la Ciudad de México, cerca de la esquina con la calle 16 de Septiembre, un grupo de cinco docentes provenientes de Oaxaca y Guerrero se dedica al brindis con mezcal y cerveza. Al percatarse de que están siendo grabados por reporteros del diario El Universal, uno de ellos reacciona con enojo: “¡Ora metiches, no estén grabando!”. El altercado pone fin abrupto al registro periodístico.
Mientras tanto, las manecillas del reloj de la Catedral Metropolitana continúan su marcha inexorable. La lluvia cae sobre los toldos del campamento, y los días sin clases se acumulan para millones de niños en México, cuyos docentes han optado por permanecer en la capital federal, entre protestas matutinas y celebraciones vespertinas.
Con información de El Universal.
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