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2 de octubre no se olvida: Masacre de Tlatelolco de 1968, una herida abierta en México
By Redacción

2 de octubre no se olvida: Masacre de Tlatelolco de 1968, una herida abierta en México

Redacción | V+ Noticias

Ciudad de México. El 2 de octubre de 1968 se produjo uno de los episodios más trágicos y controversiales en la historia moderna de México: la masacre de Tlatelolco.

Este macabro suceso, que tuvo lugar en la Plaza de las Tres Culturas, ubicada en el corazón de la Ciudad de México, marcó un antes y un después en el país, tanto para el movimiento estudiantil como para la relación entre el Estado y la sociedad civil.

La historia

Para comprender la magnitud del hecho violento, es esencial enmarcarla dentro de los sucesos internacionales y nacionales de la década de los 60. A nivel global, el mundo vivía una ola de movimientos sociales y políticos, caracterizados por el auge de las demandas de derechos civiles, la crítica al imperialismo y el descontento hacia los Gobiernos autoritarios.

En Estados Unidos, por ejemplo, el movimiento por los derechos civiles y las protestas contra la Guerra de Vietnam estaban en pleno apogeo. En Europa, especialmente en Francia, el «Mayo del 68» había sido una explosión de manifestaciones estudiantiles y huelgas.

México, gobernado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde 1929, no estaba exento de esta efervescencia social. Bajo el liderazgo del presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), el Estado mexicano estaba decidido a proyectar una imagen de estabilidad y progreso ante la comunidad internacional, en especial con la inminente celebración de los Juegos Olímpicos de 1968 en la Ciudad de México, los primeros que se realizarían en América Latina.

Sin embargo, bajo la superficie de esa imagen de modernidad, había un creciente descontento social que se manifestaba en distintos sectores, siendo uno de los más visibles el movimiento estudiantil.

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El movimiento estudiantil

El movimiento estudiantil de 1968 en México no surgió de manera espontánea, sino que fue el resultado de años de tensiones sociales, políticas y económicas. A lo largo de la década de los 60, los estudiantes universitarios, particularmente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), comenzaron a organizarse para exigir reformas en el sistema educativo, la democratización de las universidades y la mejora de las condiciones sociales.

El 22 de julio de 1968, una pelea entre estudiantes de dos escuelas secundarias en la Ciudad de México fue respondida con una intervención brutal de la Policía, lo que encendió la chispa de un movimiento mucho más amplio. En los días siguientes, miles de estudiantes se unieron en protestas, y el Gobierno respondió con una represión cada vez más violenta.

La represión policial y militar provocó que el movimiento estudiantil se radicalizara y se consolidara. Los estudiantes formaron el Consejo Nacional de Huelga (CNH), que funcionó como un órgano coordinador de las protestas y estableció un pliego petitorio de seis puntos, que incluía la libertad para los presos políticos, la disolución del cuerpo de granaderos (una fuerza policial represiva), y la derogación de los artículos del Código Penal que criminalizaban las manifestaciones públicas.

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El 2 de octubre no se olvida

El 2 de octubre de 1968, cientos de estudiantes se congregaron en la Plaza de las Tres Culturas, en el conjunto habitacional de Tlatelolco, para realizar un mitin en el que se continuarían discutiendo las demandas del movimiento estudiantil.

A las seis de la tarde, mientras los líderes estudiantiles se dirigían a la multitud desde un balcón, el Ejército y grupos paramilitares, conocidos como el Batallón Olimpia, rodearon la plaza y abrieron fuego.

El caos se desató rápidamente. Los disparos provenían de todas direcciones, y los manifestantes, así como los residentes de la zona, quedaron atrapados en medio del fuego cruzado. El Ejército bloqueó todas las salidas y se lanzó una operación de arrestos masivos. Se estima que cientos de personas fueron detenidas esa noche, muchas de las cuales fueron sometidas a tortura en las semanas siguientes.

El número exacto de muertos sigue siendo un misterio y un tema de debate. Mientras que las cifras oficiales del gobierno de Díaz Ordaz indicaban que murieron alrededor de 20 personas, testigos presenciales y periodistas que cubrieron los hechos han afirmado que el número real de víctimas fue mucho mayor, probablemente superando las 300.

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Las repercusiones

La masacre de Tlatelolco sacudió a México y al mundo. En los días posteriores, el gobierno de Díaz Ordaz implementó una campaña de censura en los medios de comunicación, minimizando la tragedia y tratando de proyectar normalidad en vísperas de los Juegos Olímpicos.

Sin embargo, la masacre no pudo ser silenciada completamente. A nivel internacional, los medios informativos extranjeros, sobre todo de Estados Unidos y Europa, denunciaron la brutal represión, mientras que en México, los sectores intelectuales y académicos comenzaron a manifestarse abiertamente contra el Gobierno.

En términos políticos, la masacre de Tlatelolco marcó el comienzo del declive de la legitimidad del PRI, que hasta entonces había sido considerado el partido hegemónico e indiscutible en nuestro país.

Aunque el PRI continuó en el poder durante varias décadas más, la masacre de Tlatelolco se convirtió en un símbolo de la represión estatal y del autoritarismo del Estado mexicano.

Las secuelas de la tragedia también dejaron una profunda huella en la cultura mexicana. Escritores, cineastas, artistas plásticos y músicos abordaron la masacre en sus obras, convirtiéndola en un tema recurrente en la memoria colectiva del país.

Uno de los libros más emblemáticos sobre el tema es La noche de Tlatelolco (1971), de la periodista y escritora Elena Poniatowska, quien recopiló testimonios de sobrevivientes, familiares de las víctimas y participantes del movimiento estudiantil.

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Legado y memoria

Más de cinco décadas después de la masacre, el 2 de octubre sigue siendo una fecha de enorme significado en la historia mexicana. Cada año, miles de personas, incluidos estudiantes, activistas y familiares de las víctimas, marchan por las calles de la Ciudad de México para recordar a los caídos y exigir justicia.

Aunque el Gobierno de México ha reconocido oficialmente la masacre y ha condenado los hechos, aún quedan muchas preguntas sin responder, y los responsables directos nunca han sido llevados ante la justicia.

En 2018, en el marco del 50 aniversario de la masacre, el entonces presidente electo Andrés Manuel López Obrador se comprometió a abrir archivos y desclasificar documentos relacionados con los sucesos de 1968.

2 de octubre no se olvida” sigue siendo la frase emblema que nos afirma que el pasado no puede ser borrado, y que la masacre en Tlatelolco sigue siendo una herida abierta en la conciencia de México.

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  • 2 de octubre de 2024