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Friday 22nd November 2024
Ayotzinapa y los 43 normalistas: Vivos se los llevaron, vivos los queremos
By Redacción

Ayotzinapa y los 43 normalistas: Vivos se los llevaron, vivos los queremos

Redacción | V+ Noticias

Iguala, México. Ayotzinapa, cuna de la conciencia social, es una consigna escrita en un muro a la entrada de la escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, que se fundó en 1936, y desde hace 10 años, 43 de sus estudiantes siguen desaparecidos.

Desde entonces, en la cancha de usos múltiples, permanecen intactas 43 butacas y en cada una de ellas está un cartel con la imagen de los normalistas desaparecidos en Iguala entre la noche del 26 septiembre y la madrugada del 27.

La tarde del 26 de septiembre de 2014, casi 200 jóvenes salieron de sus aulas, y a bordo de varios vehículos se dirigieron a Iguala con el plan de tomar autobuses en la central camionera y que se utilizarían para el traslado de activistas a la Ciudad de México, a la marcha del 2 de octubre por la conmemoración de la masacre estudiantil de 1968.

Sin embargo, 43 de los estudiantes no regresaron y tres fueron asesinados a balazos en Iguala.

Los muros de las instalaciones están repletos de murales con diversas imágenes. Eso le da un toque especial a esta institución educativa y refleja la trayectoria de la ideología y conciencia de lucha que tiene esta emblemática escuela.

Entre los rostros plasmados en los murales están los de Vladimir Lenin, Trotsky, y Karl Marx, ideólogos revolucionarios del siglo XIX y de los guerrilleros guerrerenses como Lucio Cabañas, Genaro Vázquez Rojas y del revolucionario argentino Ernesto Che Guevara.

En un pasillo que da acceso a la escuela están las placas con cientos de nombres de estudiantes egresados de Ayotzinapa.

Una placa de una generación de egresados destaca el nombre de Lucio Cabañas Barrientos, quien encabezó el grupo guerrillero del Partido de los Pobres (PDLP) en la sierra de Guerrero, en las décadas de los sesenta y setenta. En 1974, murió asesinado durante un enfrentamiento con el Ejército.

«Todos los gobiernos nos han estigmatizado. Nos dicen revoltosos, nos dicen guerrilleros, porque le exigimos a las autoridades que nos resuelvan nuestras demandas que benefician a nuestra escuela», dice uno de los dirigentes de la escuela normal de Ayotzinapa entrevistado en estas instalaciones.

En las fachadas de los dormitorios también hay murales con las imágenes de normalistas que han sido asesinados.

Están las pinturas de los rostros de Gabriel de Jesús Echeverría y Jorge Alexis Herrera, quienes el 11 de diciembre de 2011 murieron a balazos durante un desalojo en la autopista del Sol Cuernavaca-Acapulco, que perpetraron agentes de la desaparecida Policía Federal, Policía estatal y policía ministerial.

Este hecho ocurrió durante el primer año de gobierno del perredista Ángel Aguirre Rivero.

El líder estudiantil recuerda que ese 12 de diciembre, los normalistas protestaron en la autopista para exigir solución a necesidades que requería la escuela.

«Aguirre Rivero anda como si nada. Él es responsable de lo del 12 de diciembre de 2012 y en 2014 de la desaparición de nuestros 43 compañeros: debería de estar en la cárcel«, menciona el dirigente.

El líder de Ayotzinapa dice que en 2026 la normal cumple 100 años y desde que se fundó ha vivido una lucha constante en contra de que el gobierno la desaparezca.

«Hemos sufrido represión de todos los gobiernos y muchos compañeros han sido asesinados», señala el líder estudiante, que prefiere omitir su nombre por seguridad. Durante toda la entrevista nunca se retiró el cubrebocas.

El 12 de octubre de 1987, un contingente de normalistas rurales de Ayotzinapa y de otras normales del país salió de la localidad rumbo a Chilpancingo para realizar una protesta.

Durante la mañana de ese día de octubre, en una de las salidas del plantel educativo que da acceso a la carretera Chilpancingo-Tixtla, estaba apostado un grupo de la entonces policía motorizada estatal que, al ver a los jóvenes, empezaron a disparar.

Durante la agresión murió a balazos el estudiante de la normal rural de Campeche, Juan Manuel Huikan Huikan.

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El nombre de este joven campechano aparece en una placa en un salón de la escuela.

El próximo 12 de octubre se cumplen 37 años de que en las instalaciones de la escuela asesinaron al estudiante Juan Manuel Huikan, y así como él, otros compañeros han corrido la misma suerte.

Pero a pesar de todos los acontecimientos que han ocurrido en Ayotzinapa, cada inicio de ciclo escolar la demanda de jóvenes que quieren estudiar en esta escuela es alta.

Un joven de nuevo ingreso originario de Tixtla, y que es primo de uno de los 43 desaparecidos, cuenta que desde niño siempre quiso estudiar en Ayotzinapa.

«Es un orgullo estar en esta escuela porque aquí aprendemos a tener una conciencia social», dice el normalista que se encarga de limpiar y darle de comer a los puercos de crianza.

Las instalaciones de Ayotzinapa son una extensión que cuenta con terrenos para la agricultura.

«Aquí sembramos maíz, frijol, calabaza, chile y flores», dice el estudiante.

Carlos, un estudiante de segundo año, que se dedica a pintar en los muros de la escuela y las mantas que se utilizan durante las jornadas de protesta, dice que, a pesar de todas las adversidades, él logró estar dentro de esta escuela.

Jaguar, como le gusta que le digan, dice que es originario de la comunidad de Zoltotitlán, del municipio de Mártir de Cuilapan.

De Mártir de Cuilapan, que está ubicado a 40 minutos de distancia de las instalaciones de Ayotzinapa, también es originario Miguel Ángel Mendoza Zacarías, otro de los 43 normalistas desaparecidos.

«Yo quise estudiar aquí en Ayotzinapa porque sabía que iba encontrar apoyo para manifestar mi arte a través de la pintura», menciona Carlos, quien dirigio un grupo de estudiantes de primer año que pintaron las consignas en las mantas que utilizan durante las protestas por los 43 de 2023.

En este ciclo escolar 2023-2024 ingresaron 100 nuevos estudiantes que aprobaron el examen académico de admisión y luego la llamada «semana de prueba», que consiste en la práctica de ejercicios físicos y labores de siembra en el campo.

Marco Antonio Venegas Cortés, un aspirante que apenas iniciaba la semana de adaptación en Ayotzinapa, desapareció y días después su cadáver fue hallado en las afueras de Tixtla.

«Hay pruebas de que el Ejército está involucrado en todos esos hechos, porque aquí en nuestra normal tenía infiltrados y además en Iguala participó en la desaparición», refiere el líder normalista.

Según informes de la Comisión de la Verdad para el caso Ayotzinapa, uno de los 43 normalistas desaparecidos, Julio César López Patolzin, estaba como infiltrado en la normal y daba información de lo que sucedía en este plantel educativo.

«Entonces, si el Ejército tenía aquí en nuestra organización un infiltrado, ¿por qué los mandos militares dicen que no saben dónde están los 43 y qué es lo que les ocurrió?», se pregunta el estudiante.

Ya se cumplen 10 años de la desaparición de los 43 jóvenes, y a ellos, los de su generación, les toca cumplir con una promesa.

«Tenemos 43 razones para seguir en la lucha».

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  • 26 de septiembre de 2024