‘La sociedad de la nieve’, el filme número 1 de Netflix en México que tienes que ver
Redacción | V+ Noticias
Ciudad de México. Carlos Carlitos Páez tenía 18 años cuando el avión en el que viajaba con 44 ocupantes más se estrelló en la cordillera de los Andes el 13 de octubre de 1972.
En entrevista, cuenta emocionado lo que le provocó ver La sociedad de la nieve, el filme de J.A. Bayona, estrenado en Netflix el 4 de enero y, actualmente, el número 1 en México y otros 90 territorios donde llega la plataforma.
«Es un impacto ver la película. Estuve en la clausura del festival de Venecia, y fue un impacto único. Es la cosa más maravillosa que he vivido, el aplauso de más de 12 minutos de la gente de pie. Me perdí los créditos porque duran 12 minutos. Pero era algo que no parecía real. Y verla me genera escalofríos, pero una sensación de paz única», sostuvo Páez, ahora de 70 años.
El empresario y motivador uruguayo puede dar una valoración de los tres filmes que hasta hoy se han hecho de esta tragedia que, a su vez, sigue siendo un poderoso estandarte que enaltece la lucha por la supervivencia y el triunfo de lo más poderoso del espíritu humano.
«De la de (René) Cardona Jr. (Los supervivientes de los andes, 1976) nomás no la veo como algo cercano a mí: prefiero no opinar. Él se hizo millonario. La cinta tiene escenas insensatas, como la de las ventanas rotas del avión. Si hubieran estado rotas, nos moríamos de frío, porque lo que te mata es el viento. Fue una película que tuvo mucho éxito.
«Y la de Ethan Hawke (¡Viven!, de Frank Marshall, 1993) es más estilo Hollywood. Cada quién hace su esfuerzo. Allá me interpretó (John) Malkovich«.
La historia de Bayona estuvo nominada como Mejor película extranjera en los Globos de Oro y, aunque no ganó, se mantiene entre las favoritas en la temporada de premios. Mañana busca el premio en la misma categoría en los Critics Choice Awards.
«Bayona hace un papel extraordinario como director y como ser humano; se aproxima con una sutileza y una crudeza únicas. No podría decir otra cosa. Todo lo que hizo me parece digno de todos los premios, y si no lo consideran, es porque no la vieron«.
El filme de Cardona Jr. se inspiró en el libro homónimo de Clay Blair Jr. (resultado de cinco horas de entrevistas con algunos sobrevivientes); el de Marshall, en la crónica novelada del periodista Piers Paul Read.
Y el de Bayona, en el de Pablo Vierci, que da título al filme y que contiene estremecedores testimonios en primera persona de los 16 sobrevivientes: Páez, Fernando Nando Parrado, Roberto Canessa, Antonio Vizintín, Gustavo Zerbino, Adolfo Strauch, Daniel Fernández Strauch, Eduardo José Strauch, José Luis Coche Inciarte, Pedro Algorta, Álvaro Mangino, Roy Harley, Javier Methol, Bobby François, Ramón Sabella y Alfredo Delgado.
Con una millonaria inversión, el equipo de La sociedad de la nieve filmó en el mismo lugar donde se estrelló el Fairchild FH-227D de la Fuerza Aérea Uruguaya (llamado el Valle de las lágrimas).
Construyó tres fuselajes (dos en los Andes) y uno con sistemas hidráulicos en España para filmar el accidente con el mayor realismo posible. Y creó un software para medir y registrar las proporciones de las montañas e integrarlas en el pietaje para hacerlo ver lo más allegado al entorno en el que estuvieron 72 días los supervivientes.
El aspecto más doloroso de la historia, que fue comer la carne de sus amigos fallecidos para mantenerse vivos, las tres cintas lo muestran, pero sí es más conmovedora, empática y lógica la manera en que lo presenta el filme español.
En el libro de Vierci sobresale este testimonio de Adolfo Strauch: «A los cuatro días del accidente salí en la primera expedición, con Numa Turcatti, Roberto Canessa y Carlitos Páez, y llegamos hasta la mitad de la montaña del sur. Es ahí cuando tengo esa percepción muy clara de que si no tomábamos una decisión radical, como alimentarnos con los cuerpos, no íbamos a poder escapar de la trampa«.
En otro apartado, el dilema moral de esta acción queda expuesta de la siguiente reflexión del propio Strauch: «Después de que comenzamos a utilizar los cuerpos, el capitán (del equipo de rugby) Marcelo Pérez del Castillo, que nunca lo aceptó plenamente, empezó a bajar los brazos, porque habíamos pisoteado una cantidad de principios que para él eran sagrados. Se empezó a desarmar, aunque seguía siendo el capitán. Mientras tanto, los tres primos (Strauch) habíamos ganado el respeto de los demás, creo que porque actuábamos con equidad, y había que tomar el toro por las guampas y nosotros lo hicimos: tuvimos que cortar la carne con un vidrio porque el mundo no venía a buscarnos«.
Varios de los sobrevivientes llevan décadas dando conferencias por el mundo. «No somos 16 apóstoles predicadores de la fe. Cada quien siguió con su vida. Con unos soy muy amigo; con otros, no tanto… Es la misma relación que tendríamos con compañeros de trabajo», explicó Páez.
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